viernes, 17 de noviembre de 2023

 Dos gaviotas en una cornisa.

El macho, un moreno garboso, mira hacia el océano, mientras la hembra, más blanca y delicada, está parada en dirección a él, escarbando sus plumas del pecho.

El macho también escarba con fuerza sus plumas y luego la mira.

Ella continúa con su labor y él la observa.

La escena se repite y él insiste en llamar su atención.

Ella no reacciona a sus insinuaciones y voltea a ver el mar.

Cansado, él emprende el vuelo hacia otros confines, mientras ella lo ve partir y piensa:

"¿Un amor que se va? ¡Cuántos se han ido!

Otro amor llegará más duradero

y menos doloroso que el olvido..."

(Andrés Mata)



domingo, 26 de julio de 2020

EN LA CALETA

En la Caleta

 

Aquí estoy otra vez limpiando reinetas, mientras mis hermanos juegan en casa junto a la Mamá. Claro, puh, eso me pasa por ser la mayor. Todo sería distinto si yo fuera el Jonathan o la Jenny. A ellos los cuidan y yo levantándome a las 6 de la mañana para venir a recibir la pesca del viejo, que no es mucha. Yo escucho que dicen que este año la custión anda mal, que antes había pescá, pero que ya no hay, que antes había congrio colorao y otros nombres que no los sé. Cuando se juntan los pescadores yo me hago la que no escucho, pero los oigo igual y pelean a puros garabatos.

 

Cuando vengo de regreso y  paso frente a la escuela veo a los cabros que juegan en el patio. ¡Cómo me gustaría estar ahí! Pero la Mamá dice que cuando sea un poco más grande quizás pueda volver… es que apenas nos alcanza para comer y las propinas que me dan son importantes… a veces son 2 o 3 lucas  que sirven pal pan… sí, porque eso es lo que comemos… pan y pescado… a veces alcanza para unos porotos con rienda y los días de fiesta comemos cazuela con unos huesitos que nos peleamos por chupar…

 

La Mamá dice que cuando vivían en el sur las cosas eran diferentes, que antes del terremoto tenían su huerto y no les faltaba la comida. El viejo trabajaba con unos jutres y traía plata en las quincenas. Yo me iba caminando a la escuela por los caminos entierrados y cuando llovía se me dentraba el agua por las zapatillas. Pero no me importaba porque venía saltando por los charcos…

Ahora, en la pobla todo es diferente. Estamos allegados donde la Tía Herminia que es la hermana grande de él. Claro que con la Mamá no se llevan por esas cosas de mis hermanos… como ella no sabe lo que es tener hijos… es bien gruñona la Tía… A mí me cabrea… que tráeme esto, que limpia acá, que ordena allá… y nos gritonea… claro… si estamos ahí tenimos que hacer lo que ella dice… Mi Mamá se lo pasa llorando y dice que quiere volver al sur… pero si no quedó nada le dice él y no sabimos lo que va a pasar. Ellos dicen que andamos como las huifas, pero yo no entiendo qué es eso.

 

Estaba tan absorta en sus pensamientos que no escuchó a las aves que revoloteaban a su alrededor. Nunca se percató de la gaviota que se paró en la bandeja repleta de reinetas y le robó una y luego otra y esto alertó a otras gaviotas que en un santiamén saciaron su voraz apetito.

Julio 2011

 

 

 

 

VUELO


VUELO


A pocos metros de la banca en que descansaba, sobre un macizo de rododendros vi revolotear una mariposa. La seguí con la mirada. Subía y bajaba, se posaba en una flor, luego en otra. Entonces caminé despacio hacia las flores y puede ver sus tonalidades anaranjadas, marrones y unos puntos negros. Ella continuó su paseo batiendo alas para elevarse y plegándolas al detenerse en los pétalos. Me acerqué sigilosa para no perturbarla y sentí un deseo intenso de tenerla aún más próxima. Levanté con gran suavidad la mano derecha, la volteé  de tal manera de dejar la palma hacia el interior de mi cuerpo, acercándola al mismo tiempo al macizo y mientras pensaba lo hermoso que sería que se posara en ella la mariposa voló hacia mi mano. Afirmó sus frágiles patas atenazando mi índice y se quedó inmóvil con sus alas plegadas.  No supe si fueron segundos o minutos, sólo supe que contuve la respiración hasta que emprendió vuelo y me abandonó.




 Mayo de 1995

EL CUENTO DE LOS CUENTOS



EL  CUENTO  DE LOS CUENTOS

Te contaré que una vez existió un cuento. Era de esos bien logrados: desde su comienzo te cautivaba sin que pudieras abandonarlo. Te transportaba por los senderos más insospechados de la imaginación, permitiendo que te deslizaras suavemente por los meandros de la curiosidad.  A ratos te embargaba la tristeza, al extremo que había que hacer grandes esfuerzos para no llorar y cuando estabas a punto de derramar esa  lágrima furtiva, que uno se esfuerza en retener, daba un vuelco hacia un rumbo insospechado dirigiéndose hacia ese humor fino y delicado que te lleva a esbozar una tenue sonrisa al comienzo, luego te admiras por la sutileza con que te transporta cada vez con mayor intensidad a la ironía primero y a la carcajada abierta, limpia y pura después.

No sé si sabías que dicho cuento tenía la capacidad de escabullirse, esconderse, mimetizarse. De repente flotaba en el aire y podías observarlo en el humo de un cigarrillo. En otras ocasiones podías divisarlo en la copa de un árbol o en un susurro de enamorados.  Era tan liviano que viajaba de ojo en ojo y de boca en boca. Pero así y todo nadie podía cogerlo para plasmarlo en un papel  perpetuándolo en el tiempo.

La búsqueda  de algún indicio, ya sea línea o párrafo, que permitiera localizarlo, llevó a ciertos soñadores a indagar sobre su origen circulando versiones diversas. Comentaban unos eruditos que era de origen celta, justificando sus conocimientos en esa musicalidad atávica y prístina. Otros aseveraban haberlo conocido a través de historias familiares referidas por un abuelo de un abuelo de un abuelo, junto a una fogata de bosques enduendados. No faltaban aquéllos que se arrogaban su tutoría para obtener prebendas. Hubo marineros en las cantinas del puerto que afirmaban haberlo conocido en sus viajes a islas y mares remotos. En el pueblo donde yo viví existió la creencia que habría sido transmitido por una abuela reencarnada durante varias generaciones y que se aparecía en los sueños de los niños para que su efecto fuera imborrable.

Pero aquéllo resultó infructuoso. Fue entonces cuando alguien propuso la idea de realizar una búsqueda en la actualidad.
-       ¡Claro, debimos haber empezado por ahí! dijo un profesor.
Y así, en un dos por tres, se formó una Comisión de Notables quienes  organizaron  brigadas que se extendieron por los más recónditos confines llegando a innumerables villorrios y aldeas.

Has de saber tú que en los viajes realizados por los Notables descubrieron un pequeño poblado, ubicado al sur de los mares gélidos y que sus pacíficos habitantes llamaban Mirlandia. Allí se produjo un suceso inédito. Un importante sector de jóvenes mirlandeses se mostraron partidarios de mantener esa fantasía del cuento viéndose súbitamente atacado por  los que propiciaban su captura. Los primeros sostenían que todo el encanto residía en la libertad de que gozaba y que le permitía variadas transformaciones, lo cual motivaba a grandes y pequeños, mientras que los últimos decían que había que investigar hasta las últimas consecuencias para saber, pues había que combatir la ignorancia. El cuento, por su parte, se entretenía provocando a los ancianos y maravillando a los niños.

Siempre estoy alerta a cualquier información que esté relacionada con el cuento de los cuentos, como solían llamarle sus más fanáticos admiradores. Hace poco, leyendo un periódico de provincia, me enteré que en Mirlandia un grupo de sus habitantes logró atraparlo, pero al tratar de envasarlo se reproducía milagrosamente y aparecían una serie de cuentos chicos por doquier los que, con su ingenua fuerza infantil lograron soltarlo de las manos de sus captores quienes, al verse derrotados, no prosiguieron en su intento. Esto motivó una celebración de los seguidores de la libertad, quienes portando pancartas con consignas alusivas a la fantasía, la creatividad y la libertad, festejaron durante siete noches y siete días en torno a la fogata más grande nunca antes vista por esos confines.

Yo, que tuve la posibilidad de conocerlo en sus distintas versiones e idiomas, puedo asegurarte que tiene una magia especial, te cautiva y no te suelta, te transporta, te convierte en villano y osado, en cándido y amoroso, en tierno y valiente. Si alguna vez lo encuentras, te sugiero que sólo lo goces intensamente, lo cuides, lo protejas y no olvides que una vez existió un cuento. Era de esos bien logrados.

Mayo de 1998
EL


TRÁNSITO



TRÁNSITO

De pronto vio una luz muy potente. Era una luz blanca, intensa, brillante, como nunca había visto. Tuvo una sensación de paz, tranquilidad y despreocupación parecida a aquélla cuando era pequeñito y estaba en el canasto junto a sus seis hermanos mellizos y la mamá les daba todo lo que necesitaban: calor, protección, alimento, seguridad, amor.

Se acerca atraído por esa luminosidad. Es una luz redonda. Algo allí dentro se mueve. Estaba enfrentándolo, mirándolo. A medida que se aproxima se da cuenta que tiene una cara amistosa. Se parece tanto a él. Podría ser uno de sus hermanos. Se acerca más y lo encuentra tan simpático que quiere jugar con él. Atraviesa la luz que se quiebra en mil pedazos.

Llega a un lugar indescriptible, donde sólo veía colores, pero no eran unos colores cualesquiera. Eran los más bellos del arcoíris por su pureza, luminosidad, intensidad y brillantez. Había todos los verdes de la naturaleza: claros y obscuros, verdes amarillentos, verdes azulados, verdes grisáceos. Y así con cada color.  Tenía que pasearse por estos ambientes cromáticos y cuando sintiera que alguno le provocaba algo o con el cual se sintiera identificado debía cerrar los ojos y zambullirse en él.

Mientras se encuentra en ese lugar recorre su vida entera pasando por sus seis vidas anteriores y por sucesos tales como los banquetes lácteos, el aprendizaje de la caza del ratón, los carretes con sus compinches por los tejados agostinos, los conciertos maullados, sus amores.


Cuando llega a su séptima vida recuerda que debe hacer una elección para su próxima vida. Se va directo al blanco sin entender lo que le dice una voz:

Volverás y esta vez serás esquimal.



Abril de 1995


AUTOBIOGRAFÍA



AUTOBIOGRAFIA

por Manzano

Mi madre fue una manzana.  Era como una pelota dura con los cachetes rojos, de corazón tierno, un cacho en su cabeza y unos locos pelos en la base. La última vez que la llevé a hacerse un chequeo me dijeron que pesaba doscientos gramos, que medía ocho centímetros de altura y veinticinco de contorno.

Cuando chica viví en la barriga de  mamá. Una vez alguien se comió a  mamá y yo salí expulsada al mundo. Caí en la tierra y poco a poco empecé a crecer, ya no en forma esférica como mi progenitora, sino fui una vara a la que le fueron saliendo algunas ramificaciones.  Cuando empecé a comprender las primeras nociones sobre lo que era la vida, aprendí que era una planta y que, algún día llegaría a ser un árbol. Mis hermanos me miraban cómo me iba poniendo cada vez más esbelta y hermosa. En los días de primavera jugábamos a columpiarnos con el viento y nos hacíamos cosquillas. Pasé una niñez plena de sol y agua. Gozaba con las diversas estaciones del año. En verano me daban de beber agua adicional, lo que me hizo crecer firme y vigorosa. Gracias a esta permanente exposición al agua, en invierno jamás me enfermaba. En las noches observaba las estrellas y me preguntaba qué habría dentro de ellas, si también tendrían semillas. De día compartía mis inquietudes con una serie de amigas de la quinta donde vivía.

Mi adolescencia fue un período lleno de emociones. Me sentía plena de energía y amor. Mis hermanos me presentaban a sus amigos y tuve un romance con mi vecino. Era un manzano fornido en su contextura  y tierno en su relación conmigo.

Los agricultores de la quinta ya se habían percatado que hacíamos buena pareja, porque éramos dos especies muy distintas. Fue así que me lo injertaron y terminé siendo un árbol íntegro, imponente, a quien todo mundo admiraba. Yo estaba orgullosa y me mecía cadenciosamente al compás de los vientos del sur.

Al cabo de pocos años, di los primeros frutos. Fueron pocos, pero deliciosos.

Mi hija mayor comenta: soy parecida a mamá, aunque tengo algunos rasgos de papá, los que me hacen ser más sabrosa y apetecida. De pequeña no viví en la barriga de  mamá. Como fuimos varios hermanos, nos colgamos de sus brazos y así aprendimos a mamar la savia que corría por su cuerpo.

Así se nos fue dando la vida, nos fuimos reproduciendo generación tras generación y nos convertimos en un familión enorme, tan enorme que ya no cabíamos en el terreno original, por lo que a mis descendientes los metieron en unos cajones y los enviaron al extranjero.

MARZO  1995.



BALANCE

BALANCE

 

La mayor parte de su vida ha quedado atrás, piensa Pedro cabizbajo mientras se balancea en la mecedora. De repente, al observar sus manos, se da cuenta que se le ha caído un dedo. Los cuenta una y otra vez y reconfirma que, en su mano izquierda, falta el anular.

 

No recuerda nada. Tampoco hay sangre ni cicatriz. Se pregunta qué hacía con ese dedo para ver si podrá vivir sin él. Recorre su mano derecha con la mirada como preguntándole  si sabe algo, pero nada logra. Toca su mano izquierda con la derecha para tratar de sentir el dolor del dedo ausente. No lo siente.

 

Levanta los ojos tratando de pedir ayuda al viento y a los pájaros. No hay respuesta. Se queda con la vista  perdida, se rasca la cabeza y se palpa una protuberancia alargada.

 

Marzo de 1995